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    Los Trabajos de Persiles y Sigismunda

    La mar, siempre la mar:
    del Persiles a Felipe Alarcón Echenique

    Todo comienza en la mar. El escritor. La aventura. El libro. El cuadro. Por más que no sea el mismo mar cuando escribimos la mar: el Mar Mediterráneo, el Mar de las Indias, el Mar del Norte, el Mar Caribe o el mar de la llanura amarilla castellana, donde un día hubo un mar y ahora solo quedan fósiles. No importa. Es siempre el mismo mar cuando hablamos de la mar. Miguel de Cervantes nunca pensó que vería el mar, el mar era solo una palabra leída en uno de sus libros de caballerías, un mar de aventuras y de encuentros, un mar que se volvía una pregunta y un misterio en los relatos de viajes, en la evocación de los marineros que se pavoneaban por unos días en los mentideros de Madrid.

    Pero el mar llegó a la vida de Miguel. El Mar Mediterráneo. La mar llegó para quedarse: era el mar de los sueños, el mar de las posibilidades, el mar de alzarse por encima de la líneas escritas en los libros de historia, en los cuadernos personales de cada una de nuestras historias. Ese mar que será su compañero a lo largo de los años, en su estancia italiana, en sus batallas navales, en sus años de encierro en Argel, en sus visitas a Valencia… y poco más. Con los años, será el horizonte marítimo de La Mancha su geografía más transitada.

    Todo comienza en la mar. Como la historia del Persiles. Una mar tranquila y a lo lejos, un navío. Una aventura. Una posibilidad. Toda una vida. Como la que vio Cervantes al tocar por primera vez la mar. Como la de Periandro cuando se sentó en los leños, y descubrió un navío que en aquel redoso del alterado mar, como en seguro puerto, se reparaba.

    No hay libro que le hubiera dado mayores alegrías editoriales a Cervantes que Los trabajos de Persiles y Sigismunda. ¡Lástima que no pudo ni ver ni uno de sus pliegos impresos! La mayor victoria editorial de Cervantes se vivió después de su muerte. Ningún libro de Cervantes gozó de tanto éxito como el Persiles. Solo se le acercan las Novelas ejemplares. Nada que ver con el triunfo efímero de la primera parte del Quijote y del fracaso editorial de la segunda parte. Estos son simples riachuelos editoriales -como el propio Manzanares-, frente al mar del Persiles, al apoteósico mar de este libro en que Cervantes tenía cifradas las esperanzas de su fama literaria: “ha de ser el mejor que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de los de entretenimiento”. Palabra de Cervantes. Palabras que fueron un mar inmenso en su tiempo.

    Cada una de las ilustraciones de este Persiles es el mismo Persiles en sí. Una línea central nos lleva a uno de los márgenes, y en medio, una borrasca, una tempestad de colores que nos hace naufragar por momentos en el mar de nuestra lectura pictórica. Frente a lo que sucede con el Quijote, que no ha dejado de ilustrarse desde mediados del siglo XVII hasta nuestros días, el Persiles no ha tenido, hasta ahora, ilustradores que fueran más allá de la representación de unas aventuras, de seguir anclados en las letras, en la superficie del mar y no adentrarse en los misterios que toda mar encierra y protege.

    Y esta es la apuesta de las ilustraciones de Felipe Alarcón Echenique para el Persiles. Ilustraciones que son una mar, la mar de su lectura y de su diálogo. Una mar que no se agota en la razón y en la descripción. Una mar que se abre a las sensaciones y al diálogo. Una mar que se llena de detalles que solo en una visión marítima podremos disfrutar.

    Por eso, lector amantísimo, te recomiendo que leas las ilustraciones de Felipe Alarcón Echenique como si fueras un nuevo Periandro, un hermoso mancebo que sufre la borrasca en el mar. Y no dudes: en esta aventura, en esta nueva aventura marítima en el arte de Felipe Alarcón Echenique, siempre encontrarás al fondo un navío cuando la mar de tu mirada se vuelva sosegada y tranquila.

    Y ese navío, con toda seguridad, es el comienzo de nuevas aventuras. No lo olvides: Todo comienza en la mar.

    Características de la edición:

    • Autor: Miguel de Cervantes.
    • Texto: una selección de textos de 12 capítulos.
    • Prólogo: José Manuel Lucía Megías.
    • Artista: Felipe Alarcón Echenique.
    • Edición: 30 ejemplares en arábigos + 12 ejemplares en romanos + 7 HC + 1 B/N
    • Obra gráfica: 12 grabados firmados.
    • Técnica de grabado: calcografía.
    • Papel: Arches BFK Rives 300 gramos.
    • Estuche de metacrilato con impresión láser.
    • Medidas: 32×41,5×3 cms.

    Los Trabajos de Persiles y Sigismunda

    La mar, siempre la mar:
    del Persiles a Felipe Alarcón Echenique

    Todo comienza en la mar. El escritor. La aventura. El libro. El cuadro. Por más que no sea el mismo mar cuando escribimos la mar: el Mar Mediterráneo, el Mar de las Indias, el Mar del Norte, el Mar Caribe o el mar de la llanura amarilla castellana, donde un día hubo un mar y ahora solo quedan fósiles. No importa. Es siempre el mismo mar cuando hablamos de la mar. Miguel de Cervantes nunca pensó que vería el mar, el mar era solo una palabra leída en uno de sus libros de caballerías, un mar de aventuras y de encuentros, un mar que se volvía una pregunta y un misterio en los relatos de viajes, en la evocación de los marineros que se pavoneaban por unos días en los mentideros de Madrid.

    Pero el mar llegó a la vida de Miguel. El Mar Mediterráneo. La mar llegó para quedarse: era el mar de los sueños, el mar de las posibilidades, el mar de alzarse por encima de la líneas escritas en los libros de historia, en los cuadernos personales de cada una de nuestras historias. Ese mar que será su compañero a lo largo de los años, en su estancia italiana, en sus batallas navales, en sus años de encierro en Argel, en sus visitas a Valencia… y poco más. Con los años, será el horizonte marítimo de La Mancha su geografía más transitada.

    Todo comienza en la mar. Como la historia del Persiles. Una mar tranquila y a lo lejos, un navío. Una aventura. Una posibilidad. Toda una vida. Como la que vio Cervantes al tocar por primera vez la mar. Como la de Periandro cuando se sentó en los leños, y descubrió un navío que en aquel redoso del alterado mar, como en seguro puerto, se reparaba.

    No hay libro que le hubiera dado mayores alegrías editoriales a Cervantes que Los trabajos de Persiles y Sigismunda. ¡Lástima que no pudo ni ver ni uno de sus pliegos impresos! La mayor victoria editorial de Cervantes se vivió después de su muerte. Ningún libro de Cervantes gozó de tanto éxito como el Persiles. Solo se le acercan las Novelas ejemplares. Nada que ver con el triunfo efímero de la primera parte del Quijote y del fracaso editorial de la segunda parte. Estos son simples riachuelos editoriales -como el propio Manzanares-, frente al mar del Persiles, al apoteósico mar de este libro en que Cervantes tenía cifradas las esperanzas de su fama literaria: “ha de ser el mejor que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de los de entretenimiento”. Palabra de Cervantes. Palabras que fueron un mar inmenso en su tiempo.

    Cada una de las ilustraciones de este Persiles es el mismo Persiles en sí. Una línea central nos lleva a uno de los márgenes, y en medio, una borrasca, una tempestad de colores que nos hace naufragar por momentos en el mar de nuestra lectura pictórica. Frente a lo que sucede con el Quijote, que no ha dejado de ilustrarse desde mediados del siglo XVII hasta nuestros días, el Persiles no ha tenido, hasta ahora, ilustradores que fueran más allá de la representación de unas aventuras, de seguir anclados en las letras, en la superficie del mar y no adentrarse en los misterios que toda mar encierra y protege.

    Y esta es la apuesta de las ilustraciones de Felipe Alarcón Echenique para el Persiles. Ilustraciones que son una mar, la mar de su lectura y de su diálogo. Una mar que no se agota en la razón y en la descripción. Una mar que se abre a las sensaciones y al diálogo. Una mar que se llena de detalles que solo en una visión marítima podremos disfrutar.

    Por eso, lector amantísimo, te recomiendo que leas las ilustraciones de Felipe Alarcón Echenique como si fueras un nuevo Periandro, un hermoso mancebo que sufre la borrasca en el mar. Y no dudes: en esta aventura, en esta nueva aventura marítima en el arte de Felipe Alarcón Echenique, siempre encontrarás al fondo un navío cuando la mar de tu mirada se vuelva sosegada y tranquila.

    Y ese navío, con toda seguridad, es el comienzo de nuevas aventuras. No lo olvides: Todo comienza en la mar.

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    • Autor: Miguel de Cervantes.
    • Texto: una selección de textos de 12 capítulos.
    • Prólogo: José Manuel Lucía Megías.
    • Artista: Felipe Alarcón Echenique.
    • Edición: 30 ejemplares en arábigos + 12 ejemplares en romanos + 7 HC + 1 B/N
    • Obra gráfica: 12 grabados firmados.
    • Técnica de grabado: calcografía.
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