Alicia en el país de las maravillas
cualquier camino te llevará allí…
Las palabras saltan de las páginas, se convierten en imágenes que alumbran espacios oscuros del sentido del mundo. Irene Bogo, en sus doce grabados dedicados a ese país de la imaginación, va desplegando una “tabla de verdad”, para que nos enfrentemos a la primera y más difícil de las pruebas personales: conocernos a nosotros mismos, según máxima oriunda del templo de Apolo en Delfos. Empezará mostrando a Alicia, una joven-jardín, hermana de las flores y los árboles, como todas las heroínas aurorales que nos ofrece la mitología. Su Alicia es Perséfone jugando en las orillas y es Dafne huyendo de las imposiciones. Es terrenal misterio de la naturaleza. Por eso, también la vemos transformada en inevitable Ofelia flotando sobre las aguas de la conciencia. La observan espectadores rituales, que parecen llegados del zodiaco. Al fondo, emerge un suelo ajedrezado, una puerta diminuta y una llave que se asemeja a los báculos mágicos.
Irene Bogo traslada a un jardín el paso al otro lado del espejo, donde las aves mitológicas y las tortugas sagradas velan en los cruces de caminos. En otro de los grabados, hay una gran seta-altar azul. Alicia, también azul, preludia su metamorfosis. Ese azul se expande en el siguiente grabado y cobra forma de ave y de roca, mientras que la parte inferior se impregna de color solar, el amarillo de la luz, entregándonos un verde intenso.
La cabeza reiterada del Gato de Cheshire flota sobre Alicia demostrándole la infinitud del cosmos, el cielo estrellado que guía con asombro ético y relata historias de la psique humana. Mientras, la independencia de los colores desemboca en el océano fluido de otros colores, para que los perfectos e insensatos anfitriones, el Sombrerero Loco o el Conejo Blanco puedan ofrecerle un té. Así que Alicia, sobre una tortuga-Atlas y barca, está preparada para volver, si es que se regresa alguna vez. Irene Bogo, tan sutil, ha llenado la imagen de frutas-farolillo que rememoran las pepitas de la granada, esa fruta que Perséfone o Eurídice comieron en el hades asimilando la fuga del tiempo.Y Alicia, señora de los pájaros, departe segura con su entorno, y hasta podría acariciar al ave mitológica que la reverencia con ese pico rojo de vida. Es su sueño dentro del sueño de Irene Bogo, que a su vez se adentra en el sueño de un matemático contador de cuentos, que a su vez se sumerge en la más profunda sima del inconsciente que compartimos y habitamos. Ese sueño ha grabado la inicial del nombre de Alicia sobre su cuerpo en el último grabado. Así que, Irene Bogo deja la lectura, le da la mano a Alicia para que no le pese la libertad. Recoge los instrumentos, los metales y los tintes, es decir, la soledad, las luciérnagas y las contradicciones. Ella es toda sonrisa porque ese es el rostro del arte; es toda mariposa porque ese es el gesto creador. La etimología del nombre “Alicia” es “desvelamiento”, la de “Irene” es “paz”. El arte es paz desvelada.
Suena un reloj en la lejanía, o quizás se trate de la respiración de este libro de artista.
Características de la edición:
- Autor: Lewis Carrol.
- Texto: una selección de textos de los 12 capítulos.
- Prólogo: Marifé Santiago Bolaños.
- Artista: Irene Bogo.
- Edición: 50 ejemplares en arábigos + 12 ejemplares en romanos + 7 HC + 1 B/N.
- Obra gráfica: 12 grabados firmados.
- Técnica de grabado: aguafuerte y aguatinta.
- Papel: Fabriano Rosaspina de 250 gramos.
- Estuche de tela estampada.
- Medidas: 32 x 41,5 x 3cms.
Alicia en el país de las maravillas
cualquier camino te llevará allí…
Las palabras saltan de las páginas, se convierten en imágenes que alumbran espacios oscuros del sentido del mundo. Irene Bogo, en sus doce grabados dedicados a ese país de la imaginación, va desplegando una “tabla de verdad”, para que nos enfrentemos a la primera y más difícil de las pruebas personales: conocernos a nosotros mismos, según máxima oriunda del templo de Apolo en Delfos. Empezará mostrando a Alicia, una joven-jardín, hermana de las flores y los árboles, como todas las heroínas aurorales que nos ofrece la mitología. Su Alicia es Perséfone jugando en las orillas y es Dafne huyendo de las imposiciones. Es terrenal misterio de la naturaleza. Por eso, también la vemos transformada en inevitable Ofelia flotando sobre las aguas de la conciencia. La observan espectadores rituales, que parecen llegados del zodiaco. Al fondo, emerge un suelo ajedrezado, una puerta diminuta y una llave que se asemeja a los báculos mágicos.
Irene Bogo traslada a un jardín el paso al otro lado del espejo, donde las aves mitológicas y las tortugas sagradas velan en los cruces de caminos. En otro de los grabados, hay una gran seta-altar azul. Alicia, también azul, preludia su metamorfosis. Ese azul se expande en el siguiente grabado y cobra forma de ave y de roca, mientras que la parte inferior se impregna de color solar, el amarillo de la luz, entregándonos un verde intenso.
La cabeza reiterada del Gato de Cheshire flota sobre Alicia demostrándole la infinitud del cosmos, el cielo estrellado que guía con asombro ético y relata historias de la psique humana. Mientras, la independencia de los colores desemboca en el océano fluido de otros colores, para que los perfectos e insensatos anfitriones, el Sombrerero Loco o el Conejo Blanco puedan ofrecerle un té. Así que Alicia, sobre una tortuga-Atlas y barca, está preparada para volver, si es que se regresa alguna vez. Irene Bogo, tan sutil, ha llenado la imagen de frutas-farolillo que rememoran las pepitas de la granada, esa fruta que Perséfone o Eurídice comieron en el hades asimilando la fuga del tiempo.Y Alicia, señora de los pájaros, departe segura con su entorno, y hasta podría acariciar al ave mitológica que la reverencia con ese pico rojo de vida. Es su sueño dentro del sueño de Irene Bogo, que a su vez se adentra en el sueño de un matemático contador de cuentos, que a su vez se sumerge en la más profunda sima del inconsciente que compartimos y habitamos. Ese sueño ha grabado la inicial del nombre de Alicia sobre su cuerpo en el último grabado. Así que, Irene Bogo deja la lectura, le da la mano a Alicia para que no le pese la libertad. Recoge los instrumentos, los metales y los tintes, es decir, la soledad, las luciérnagas y las contradicciones. Ella es toda sonrisa porque ese es el rostro del arte; es toda mariposa porque ese es el gesto creador. La etimología del nombre “Alicia” es “desvelamiento”, la de “Irene” es “paz”. El arte es paz desvelada.
Suena un reloj en la lejanía, o quizás se trate de la respiración de este libro de artista.
Características de la edición:
- Autor: Lewis Carrol.
- Texto: una selección de textos de los 12 capítulos.
- Prólogo: Marifé Santiago Bolaños.
- Artista: Irene Bogo.
- Edición: 50 ejemplares en arábigos + 12 ejemplares en romanos + 7 HC + 1 B/N
- Obra gráfica: 12 grabados firmados.
- Técnica de grabado: aguafuerte y aguatinta.
- Papel: Fabriano Rosaspina de 250 gramos.
- Estuche de tela estampada.
- Medidas: 32 x 41,5 x 3cms.