El Quijote Mestizo
En Mayo de 1590, quince años antes de publicarse la primera parte del Quijote, Miguel de Cervantes y Saavedra, a la edad de 43 años y cansado de deshacer entuertos, solicitó por escrito que se le nombrara para alguno de los cargos vacantes en América, pocos días después, el doctor Núñez Morquecho le respondió de manera tajante: “Busque usted acá en que se le haga merced…”, y con aquella frase, las aspiraciones de encontrar una mejor vida en las tierras más fermosas que ojos humanos hayan visto, se desvanecieron.
Imaginemos por un instante que el impertinente Dr. Núñez hubiera aceptado que el héroe de Lepanto se trasladase a América. De haber viajado allá en aquel tormentoso instante de su atribulada existencia, Cervantes se hubiese integrado a la colonización del continente como uno más entre tantos soñadores que allí dejaron sus huesos con la esperanza de encontrar elDorado o creyendo ver sirenas en la inocente figura del manatí. El Quijote cervantino americano seguiría siendo, al decir de Diego de Miranda: un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo. Sus hazañas y desvaríos serían sin duda insólitos, propios de un auténtico caballero andante, solo que en éste caso, lo cotidiano prescinde de la alegoría poética, para ser asombroso: Bastaba que Cervantes hubiese seguido la ruta de Hernán Cortés para que hallara en la Malinche, la más verídica de las Dulcineas; bastaba la presencia de una Ceiba, erguida como columna rostral sobre sus raíces centenarias, para que pudiera imaginarse al más temido de los gigantes; o enfrentarse a un huracán, para revivir la epopeya de luchar contra vientos capaces de hacer volar naves y castillos.
Si hubiera llegado a las Américas, Cervantes hubiese escrito un Don Quijote, tan sencillo y universal, como el que escribió en España. Un libro que narrara la existencia sin término de la esperanza humana, del afán en creer, luchar y morir en aras de una razón, aunque descabellada parezca. Hubiese sido una crónica más de lo real maravilloso, una historia que presupone de antemano que se crea en ella, para que lo asombroso se torne verídico, tal como le sucede al auténtico Don Quijote. A cuatrocientos años de distancia, el Quijote sigue siendo el más tangible entre todos los sueños posibles.Y como metáforas de ese “Quijote Mestizo” que anda por la Habana, vienen doce estampas en grabado, de cinco artistas cubanos, a revivir desde esta ínsula, las hazañas del Caballero Andante.
Características de la edición:
- Texto: una selección de momentos
de la primera parte del Quijote. - Autor: Miguel de Cervantes.
- Edición: 171 ejemplares en arábigos
+12 ejemplares en romanos + 12 HC. - Artistas: Ángel Ramírez, Norberto Marrero,
Luis Lara, Janette Brossard, Carlos del Toro. - Técnica de grabado: aguafuerte, aguatinta,
buril, punta seca y barniz blando. - Obra gráfica: 12 aguafuertes firmados.
- Papel: súper alfa de 250 gramos.
- Estuche en tela imperial.
- Medidas: 30x42X4 cms.
El Quijote Mestizo
En Mayo de 1590, quince años antes de publicarse la primera parte del Quijote, Miguel de Cervantes y Saavedra, a la edad de 43 años y cansado de deshacer entuertos, solicitó por escrito que se le nombrara para alguno de los cargos vacantes en América, pocos días después, el doctor Núñez Morquecho le respondió de manera tajante: “Busque usted acá en que se le haga merced…”, y con aquella frase, las aspiraciones de encontrar una mejor vida en las tierras más fermosas que ojos humanos hayan visto, se desvanecieron.
Imaginemos por un instante que el impertinente Dr. Núñez hubiera aceptado que el héroe de Lepanto se trasladase a América. De haber viajado allá en aquel tormentoso instante de su atribulada existencia, Cervantes se hubiese integrado a la colonización del continente como uno más entre tantos soñadores que allí dejaron sus huesos con la esperanza de encontrar elDorado o creyendo ver sirenas en la inocente figura del manatí. El Quijote cervantino americano seguiría siendo, al decir de Diego de Miranda: un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo. Sus hazañas y desvaríos serían sin duda insólitos, propios de un auténtico caballero andante, solo que en éste caso, lo cotidiano prescinde de la alegoría poética, para ser asombroso: Bastaba que Cervantes hubiese seguido la ruta de Hernán Cortés para que hallara en la Malinche, la más verídica de las Dulcineas; bastaba la presencia de una Ceiba, erguida como columna rostral sobre sus raíces centenarias, para que pudiera imaginarse al más temido de los gigantes; o enfrentarse a un huracán, para revivir la epopeya de luchar contra vientos capaces de hacer volar naves y castillos.
Si hubiera llegado a las Américas, Cervantes hubiese escrito un Don Quijote, tan sencillo y universal, como el que escribió en España. Un libro que narrara la existencia sin término de la esperanza humana, del afán en creer, luchar y morir en aras de una razón, aunque descabellada parezca. Hubiese sido una crónica más de lo real maravilloso, una historia que presupone de antemano que se crea en ella, para que lo asombroso se torne verídico, tal como le sucede al auténtico Don Quijote. A cuatrocientos años de distancia, el Quijote sigue siendo el más tangible entre todos los sueños posibles.Y como metáforas de ese “Quijote Mestizo” que anda por la Habana, vienen doce estampas en grabado, de cinco artistas cubanos, a revivir desde esta ínsula, las hazañas del Caballero Andante.
Características de la edición:
- Texto: una selección de momentos
de la primera parte del Quijote. - Autor: Miguel de Cervantes.
- Edición: 171 ejemplares en arábigos
+12 ejemplares en romanos + 12 HC. - Artistas: Ángel Ramírez, Norberto Marrero,
Luis Lara, Janette Brossard, Carlos del Toro. - Técnica de grabado: aguafuerte, aguatinta,
buril, punta seca y barniz blando. - Obra gráfica: 12 aguafuertes firmados.
- Papel: súper alfa de 250 gramos.
- Estuche en tela imperial.
- Medidas: 30x42X4 cms.